El Presidente Suárez y la otra forma de hacer política
Hace ya bastante tiempo que se viene destacando, merecidamente, el lado malo de la política y de los políticos. Con motivo de la muerte del Presidente Suárez, se han ofrecido programas informativos de todo tipo que nos hacen recordar que hay otra forma de hacer política, y yo quiero aprovechar también para poner en valor la otra cara de la política y de los políticos. Porque los desmanes de unos, bastantes en los últimos años, por desgracia, han hecho parecer que todos los políticos son unos corruptos impresentables y que la política sólo sirve para provecho de quienes la practican.
Recordando la figura del presidente Suárez reflexionamos que hay otros políticos y otra forma de hacer política, de dedicarse a la política; política para hacer cosas en beneficio de la sociedad, para solucionar problemas de la gente. Hay políticos valientes y atrevidos, porque este oficio comporta un riesgo considerable de pasarlo mal y terminar mal al final, y no sólo el político, sino la familia, los amigos y personas cercanas. Precisamente nos estamos acordando de Suárez una vez muerto; nos acordamos de él y de su importante obra después de haberle acosado, traicionado, abandonado y olvidado, y tras haber conocido el infortunio de su enfermedad y desgracia familiar.
Hay muchos políticos que no han sido nunca señalados porque hayan aprovechado la política para beneficiarse ni beneficiar a sus familiares, ni a los más directos ni a los menos directos. Políticos que no han acumulado fortunas ni se han hecho ricos con la política; que no han salido en los medios acusados de robar ni han pisado un juzgado para responder ante imputaciones de sucios manejos y apropiaciones indebidas. Que ni se les pasa por la cabeza ese tipo de tentaciones.
Existen muchas personas como el Presidente Suárez que han puesto y ponen en provecho de la sociedad su inteligencia y sagacidad, capacidades que en cuantía muchísimo menor han servido a otros para engrosar su patrimonio con estipendios escandalosos de entidades financieras y empresas privadas. Personas que centran su trabajo y esfuerzo en el desarrollo de proyectos e iniciativas de progreso, de bienestar y mayor calidad de vida, en la Política con mayúsculas. Pero estas personas, desgraciadamente, quedan ensombrecidas por la preponderancia de la mediocridad de la mayoría de los políticos de los últimos tiempos, que basan su trabajo en la exclusiva estrategia de vencer al adversario, haciendo de aquel una vulgar competición.
Necesitamos políticos estadistas, como Suárez, y los hay, cuya acción ponga las miras en el interés general de los ciudadanos sin importarle el tiempo de tardanza en su reconocimiento. Que elaboren y gestionen proyectos de largo alcance, no sólo de hoy para mañana; políticos que piensen y aporten soluciones duraderas a los grandes temas de estado pendientes, como la configuración territorial, inmigración, economía, empleo, educación, etc. Porque últimamente observamos asombrados que la mayoría ponen el horizonte de su acción política no más allá de las próximas elecciones.
Precisamos políticos menos personalistas, de mayor nivel, que antepongan el consenso en la gestión de los asuntos importantes de gobierno a la acción individualizada o la confrontación, que corresponsabilicen y aprovechen las aportaciones de las demás opciones y de los agentes sociales del país para entre todos conseguir los mejores rendimientos en beneficio de la sociedad.
¿Y dónde están esos políticos? Existen, pero hay que facilitarles el camino de acceso. Creo que ya se ha hecho imprescindible un cambio de legislación electoral que pudiera contribuir a ello; un sistema que nos permita a los ciudadanos elegir a quienes queramos nosotros, y no a quienes quieran los jefes de partido de turno. De este modo, las personas que elijamos deberán responder a nuestros intereses, que somos los que los hemos puesto y los podemos quitar. Ya va siendo hora de que los partidos asuman ese reto y esa responsabilidad.
José Guzmán Flores, Chove. Marzo de 2014