La Democracia española y su estado de salud

La Democracia española y su estado de salud

La empresa multinacional francesa Ipsos, líder en investigación de mercados y consultoría, ha presentado los resultados de una encuesta realizada a personas mayores de 18 años sobre la democracia en países europeos, el pasado septiembre de 2024.

En líneas generales, cuando se pregunta a la población europea por su grado de satisfacción con el funcionamiento de la democracia en su país, aproximadamente la mitad manifiesta una percepción positiva. No obstante, franceses y españoles son los europeos más «insatisfechos» con la democracia; menos de la mitad se sienten representados.

La mitad de la población española se siente insatisfecha con su sistema democrático. Este descontento se sustenta principalmente en la falta de confianza en los líderes políticos; la mayoría piensa que la clase política rara vez cumple con sus promesas, una percepción compartida por el 74% de la población. El 40% de los españoles percibe que su participación en la vida política no sirve para nada. No obstante, el 71% sigue considerando que votar es crucial para facilitar el cambio en España, lo cual es muy positivo y esperanzador. Un dato muy significativo a este respecto es el índice de participación en las elecciones, siendo el 70,39 % el de las pasadas generales de julio de 2023.

La sociedad se siente mejor representada a nivel local. Un 36% de los encuestados cree que su gobierno local está actuando bien, mientras que un 27% lo cree respecto al gobierno nacional. Los votantes situados en los extremos políticos son los más proclives a declarar que la democracia está fallando.

Voy a centrarme es estos aspectos de la encuesta para exponer algunas reflexiones.

En primer lugar, considero oportuno y positivo el que se realicen de vez en cuando este tipo de chequeos o valoraciones sobre el estado de salud de nuestra democracia, para que los dirigentes en general tengan una referencia directa y objetiva sobre la percepción de la ciudadanía de la democracia, de su funcionalidad, lo que les permitirá a estos, si lo consideran oportuno, actuar en consecuencia.

Abraham Lincoln dijo que «la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo». Es decir, un sistema donde el poder reside en la ciudadanía, que elige a sus representantes para que la gobiernen y administren en provecho y beneficio de ella misma.

En mi opinión, la democracia es el sistema político y de gobierno conocido más justo y de sentido común, puesto que su organización y efectos redundan en beneficio de todos aquellos que se rigen por sus principios, normas y directrices. La democracia permite y facilita la convivencia en libertad de los ciudadanos, en un plano de igualdad, y procurando su seguridad integral en un régimen de solidaridad.

Como decía Lincoln, democracia implica soberanía popular: el poder supremo y la autoridad residen en el pueblo. La palabra proviene del griego “demos” («pueblo») y “Kratos” («poder» o «gobierno»), gobierno del pueblo.

Nuestra Constitución dice en su artículo 1 que España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Soberanía = poder político supremo.

Título preliminar, artic.1.2:La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Y el Poder Ejecutivo reside en el Gobierno, siendo este, por tanto, el resultado de la voluntad popular expresada en las elecciones. En los sistemas democráticos verdaderos, el poder supremo del Estado emana de sus ciudadanos, que ejerce este poder a través de sus representantes electos.

Pues bien, tras este preámbulo pretendo centrar la atención sobre algunos temas de actualidad que a mi entender no se ajustan con plenitud a los preceptos democráticos ni, por ende, al contenido de la Constitución.

Las elecciones.

Comenzando por las elecciones, en las que el resultado de estas debe responder al motivo de su convocatoria, esto es, que el pueblo manifieste su voluntad y preferencias para la formación del gobierno. La ciudadanía acude a la llamada y expresa y muestra su voluntad, decisión o inclinación; su mandato, su orden, en definitiva.

Pues bien, en las pasadas elecciones generales de julio de 2023, los ciudadanos españoles expresaron su voluntad y decisión para la formación de gobierno con el siguiente orden de preferencia:   

Congreso

1º.- PP      8.160.837 votos, el 33,06%, y 137 diputados.

2º.- PSOE 7.821.718 votos, el 31,68%, y 121 diputados.

3º.- Vox    3.057.000 votos, el 12,38%, y   33 diputados.

4º.- Sumar (M.Sumar, IU, Pod., MP, CenC, Comp, Cha, Més, Q, AV)

                                3.044.996 votos, el 12,33%  y  31 diputados.

5º.- ERC       466.020  votos, el  1,89%   y   7 diputados.

6º.- JxCat     395.429  votos, el  1,60%  y   7 diputados.

7º.- EHBild  335.129  votos, el  1,36%  y   6 diputados.

8º.- PNV     277.289   votos  el 1,12%   y   5 diputados.

9º.- BNG    153.995   votos  el  0,62%  y    1 diputados.

10º.- CCA   114.718  votos  el  0,46%  y     1 diputados.

11º.- UPN    51,764   votos  el  0,21%  y    1 diputados.

Senado:

 1º.- PP 120 senadores, 2º.- PSOE 72 senadores, 3º EHB-ERC 7 senadores,

              4º.- PNV 4 senadores, Otros (AHI, ASG, Sumar, Junts y UPN) 5 senadores.

Tras estos resultados, tras esta decisión y mandato popular, el Gobierno de España quedó formado por 23 personas: presidente, Pedro Sánchez Pérez-Castejón (PSOE), 17 ministros (PSOE), 2 ministros de Sumar, 1 ministro de Catalunya en Comú (Sumar), 1 ministra de Más Madrid (Sumar) y 1 ministra de Izquierda Unida (Sumar).

Esta es la respuesta a la soberanía popular (Constitución Española) tras la aplicación de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General: un Gobierno formado por políticos de segundo y cuarto orden de preferencia por los españoles. ¿Dónde está la correspondencia entre el mandato de los ciudadanos y la ejecución de este? ¿Esta es la voluntad del pueblo, lo que prefieren los españoles?

Las elecciones no son una encuesta de opinión, los ciudadanos no emiten una opinión. Aunque los resultados de estas sean más parecidos a los sondeos de Tezanos que a la voluntad popular, los electores imponen un deseo cuando votan. Y esto no es lo que quieren los votantes: no quieren que los gobierne el segundo, con 339.119 votos y 16 diputados menos que el primero, ni mucho menos que los gobierne el cuarto, con 3.044.996 votos y 31 diputados (5.115.841 votos y 106 diputados menos que el primero). 

Se podría calificar de desviación democrática, fraude o traición al electorado, cuando lo está gobernando una fuerza política que ha obtenido el 12,33% de los votos (12 votos de cada 100 votantes) y 31 diputados de 350. Un partido político comunista, populista y radical que con este respaldo popular cuenta con una vicepresidencia del Gobierno, la tercera, y cinco ministerios; el 21,73% del Gobierno . 

Recordemos que nuestra Constitución declara en su título preliminar, artic.1 que “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho” y que “La soberanía nacional reside en el pueblo español”.

Están más que justificados los resultados de la encuesta de Ipsos cuando dicen que “el 40% de los españoles percibe que su participación en la vida política no sirve para nada”.

Los programas electorales.-

Pero sigamos reflexionando sobre lo que significa lo expuesto anteriormente. Recordemos al histórico político comunista, el califa cordobés, Julio Anguita, cuando insistía una y otra vez en su eslogan “programa, programa y programa”, queriendo llamar poderosamente la atención del electorado sobre la importancia de los programas electorales. Efectivamente, los ciudadanos cuando votan no eligen solo a los políticos que los van a representar, sino principalmente el programa, el proyecto político que van a desarrollar, los compromisos que adquieren con la ciudadanía y que se esbozan y sintetizan en los mítines e intervenciones durante la campaña electoral (política territorial, impuestos, educación, salud, empleo, vivienda, trabajo, inmigración, etc.).

Pues bien, si nos gobierna la segunda y cuarta fuerza política elegida en las elecciones, estas van a desarrollar sus programas electorales, que no son los preferidos por los electores. Es decir, se van a hacer cosas en España que no lo quieren la mayoría de los españoles (si no quieres sopa, cinco tazas, diría mi abuela en este caso).

Y si, además, estas dos fuerzas políticas no tienen la mayoría suficiente en el parlamento para sacar adelante sus programas, y acuerdan pactos de gobierno con otras como ERC, JxCat, Bildu, PNV, etc., nacionalistas, herederos del terrorismo e independentistas, de derechas e izquierdas (llamado gobierno Frankenstein por Rubalcaba), lógicamente, también tendrán estas que sacar adelante parte de sus programas. Proyectos y pretensiones estos que los respalda solo el 1,5% de los votantes, que no los quiere el 98,5% de los españoles.

Porque una cosa es que el grupo mayoritario llegue a acuerdos con estas formaciones destacadamente minoritarias, unas veces con unos y otras con otros, para sacar adelante sus iniciativas, procedimiento democrático y normalizado en el contexto del juego y dinámica parlamentaria, y otra cosa es establecer pactos y acuerdos duraderos, de legislatura, o entregarle parte del Gobierno con ministerios a grupos con programas y respaldo popular insignificante.

Todas estas actuaciones, decisiones y proceder de nuestro Gobierno y dirigentes políticos está causando un enorme daño al sistema democrático, heridas que tardarán en cicatrizar. Como dice el compañero Page, “todo lo que está ocurriendo es muy dañino para la convivencia democrática; malo para la salud de la propia democracia y particularmente malo para los que militamos en el mismo partido político”.      

Los hechos apuntados justifican una vez más los resultados de la encuesta de Ipsos cuando ponen en evidencia “la falta de confianza de los españoles en los líderes políticos”, y que “la mitad de la población española se siente insatisfecha con su sistema democrático”.Un 52% dicen estar insatisfechos, y de ellos el 21% se declaran nada satisfechos”.

Y la causa, el motivo que justifica esta deriva no es el interés general, pues los datos apuntados anteriormente lo rechazan de plano, sino que obedecen a la conveniencia y al deseo de poder sin límite de Sánchez y sus adláteres asociados. El poder a toda costa, cueste lo que cueste, pero pagándolo todos los españoles.

Ya se advirtió fehacientemente del peligro al que se arriesgaba al país en los prolegómenos de este proyecto político incoherente e insensato, un camino de incertidumbre, polarización, enconamiento y conflicto permanente.

Creo necesaria una reforma urgente de la Ley Electoral que evite estas desviaciones.

Yo, como Page, espero un PSOE distinto dentro de unos años; el PSOE tiene que volver a ser el PSOE; ¡por el bien de la democracia, de España y del propio PSOE!

   Chove, noviembre de 2025