Cábalas y componendas ante las elecciones
Ante la situación política de España y el carácter singular de estas elecciones, me sorprende que todas las tertulias, debates, entrevistas, etc. giren en torno a las componendas y combinación de sumas de escaños, previsibles en los próximos comicios, para averiguar la posibilidad de ganar una opción u otra, sin más. Los políticos y los medios de comunicación, centrando el debate en esta absurda polaridad, crean estado de opinión y llevan al pueblo al razonamiento simple de quién ganará o perderá en la contienda, subliminando y relegando a un segundo plano lo principal: las perentorias necesidades del país. ¿Ganarán estos o los otros?. Se va a centrar la campaña electoral en el hecho de que el fin principal del acto democrático de votar es ganar, como si de un encuentro deportivo se tratase, ganar y ya está, y hasta la próxima competición. Pero, ganar ¿para qué?, ¿para qué votamos los ciudadanos, y más en estas elecciones en las que las necesidades están muy definidas y ya se ha dicho la forma de afrontarlas?
Con la exclusiva y fría aritmética se podrá conseguir ganar las elecciones o, incluso, lograr la formación de gobierno, pero ello no será suficiente para afrontar los grandes retos que en la actualidad tiene planteados España; se precisa además, de manera imprescindible, de la suma de voluntades, del entendimiento, la negociación y el acuerdo.
Pienso que ahora no sirve de nada hacer este tipo de cábalas con los posibles resultados, puesto que con los que se den deben ser suficientes para prestar solución a los problemas que sufre el pueblo, y que es precisamente el objetivo principal para el que realmente se debe votar. Los ciudadanos, con su voto, indican su preferencia en el enfoque y la perspectiva con la que afrontar esas soluciones, y en esta ocasión ya lo han manifestado. Ya han dicho que quieren otra forma de gobernar, una gobernanza centrada en la gente y basada en el consenso para dar respuestas firmes y duraderas a sus urgentes necesidades.
No he visto ni oído en estas tertulias y debates, salvo casos puntuales, ningún argumento sobre la necesidad o posibilidad de conseguir un número determinado de escaños, los necesarios y precisos, para sacar adelante una nueva ley de educación que garantice la estabilidad y permanencia de la misma durante varios años; nadie se preocupa del número de diputados que hacen falta para acometer la reforma constitucional o responder al desafío de los separatistas catalanes; me gustaría comprobar el interés de los contertulios por reunir los escaños suficientes con los que elaborar una nueva ley laboral que mejore las dos anteriores desafortunadas (socialista y popular), para dar luz al sombrío panorama de los trabajadores y al empleo actual; me harían feliz los candidatos y contertulios si viera en ellos la preocupación sincera por poder aportar alguna respuesta útil al problema de la crisis económica, del terrorismo, la violencia machista, el abuso a niños y menores, la acogida de refugiados desgraciados, y tantas calamidades que azotan a las personas y que comprobamos cada día en los informativos.
Sin embargo, sí estoy convencido de que todas estas urgentes necesidades son compartidas por la inmensa mayoría, por no decir de todos los candidatos. Entonces, más que tantas cuentas y combinaciones de números para ver quién va a ganar, lo que hace falta es averiguar con cuánta voluntad y capacidad contamos para afrontar los problemas que nos acechan. Porque hasta ahora, ni fueron capaces de ponerse de acuerdo para formar gobierno, ni incluso, según las últimas noticias, han sido capaces de hacerlo para ahorrar gastos en esta campaña.
Chove, mayo de 2016