Ha muerto Frasco “El Marengo”
Ha muerto el último socialista de una saga histórica montefrieña. Con 98 años nos ha dejado Francisco Márquez Extremera, Frasco “El Marengo”. Pertenecía a la generación de aquellos viejos socialistas con la que tuvimos la suerte de contar en nuestro pueblo, como Francisco Peregrina “El Relojero”, Manuel Cucharero “Cabezapelá”, Diego Cucharero “Montes”, Francisco Rueda, Juan Fernández “Vuelcatajos”, Antonio Lorca “Hita”, Francisco y José Novo, Jose Ruiz “El Fino”, Miguel Cantero, Antonio Durán “Barranco”, Paco García “Cuarta”, José Mª Ávila “Polonio”, Francisco Ávila “Tito Bajo”, Francisco “El Mulo”, Cristóbal Pedregosa “Pilonchas”, etc., de la que tanto aprendimos los jóvenes pipiolos socialistas con ansias de comernos el mundo de la política a finales de los setenta. Para mí fueron y serán un gran referente como personas íntegras, honestas, sencillas,
comprometidas, responsables, respetuosas, generosas y de una gran calidad humana; y respondo con mi experiencia a su lado de todos y cada uno de los calificativos aplicados. Ya comenzaron demostrando su gran generosidad cuando, procedentes del PSOE-Histórico en el exilio, liderado por el exministro de Instrucción Pública en tiempos de la II República, Rodolfo Llopis, se integraron en el PSOE-Renovado de Felipe González, vencedor en el Congreso de Suresnes de 1974, sin exigir nada a cambio. Y también aceptaron dócilmente la renovación generacional, permitiendo que los nuevos socialistas, entre otros, procedentes de la dirección local del Movimiento (OJE y Falange), encabezaran las candidaturas a las elecciones municipales. Decisión esta que supuso el primer gran error de la Agrupación Local y de sus largas y funestas consecuencias en el futuro; yo diría que hasta la actualidad. Otra muestra de generosidad la realizaron al ser los primeros que aportaron de manera gratuita, a fondo perdido, cantidades individuales de dinero de hasta 10.000 pesetas (de las de hace más de treinta años) para adquirir la casa de la calle San Sebastián y, tras escriturarla a nombre del PSOE, dedicarla a sede de la Agrupación Local Socialista. A esta clase de socialistas pertenecía nuestro querido compañero Frasco “El Marengo”. Y el viernes tres de noviembre fue enterrado, desapareciendo con él el último compañero de esta gran estirpe socialista montefrieña.
El Marengo fue un gran luchador en el frente y en la vida; un incansable trabajador buscando y logrando el bienestar de su familia.
Tras su exilio a Francia huyendo de la represión franquista, sufrió las consecuencias de su condición socialista y de lealtad constitucional, siendo confinado y maltratado en las playas de concentración de aquel país hasta que consiguió su liberación integrándose en la famosa defensa de la Línea Maginot contra la Alemania hitleriana. Todavía recuerdo con emoción el relato de sus vicisitudes ante el periodista Antonio Cambril, al que acompañé para hacerle una entrevista en su casa, con motivo de la inauguración de una exposición sobre los campos de concentración nazis, y a la que Francisco fue invitado preferencial junto a su familia y otros tres compañeros de la provincia como últimos testigos vivos de esa execrable experiencia. Cambril y yo nos asombrábamos de la cantidad de datos, detalles e informes que proporcionaba sobre la guerra, las dificultades de supervivencia diaria y el extremo peligro al que estuvo sometido. “Los franceses nos trataron muy mal, decía, confinándonos en una playa a la intemperie, pasando mucha hambre y con muchos piojos, con frío y lluvia, de la que nos protegíamos bajo una manta sujeta esta de las cuatro puntas por cuatro hombres, que se turnaban periódicamente y a la que había que escurrir de continuo”. Parecía como si estuviésemos viviendo una película, de cómo tenían que protegerse de los disparos de los francotiradores a su paso por los pueblos, de muchas anécdotas a cada cual más interesantes. De esa etapa de su vida le viene el apodo de “Marengo”, porque se buscaba el sustento ayudando a los marengos (pescadores) a tirar de las cuerdas de las redes de pesca. En fin, que era un milagro el que estuviese vivo. Allí comprendí yo que, además de la suerte, la fuerte naturaleza y la valentía de esta casta de hombres era la clave de su supervivencia; en aquellas circunstancias, sólo se salvaron los más fuertes. Y ahí está la prueba al haber muerto por agotamiento fisiológico a los noventa y ocho años, sin enfermedad y tomando su trago de anís diario. Ya, por últimas, había dejado de comer; estaba cansado de vivir tanto, y murió recordando a su mama, a su papa y a su hermano Agustín.
Frasco “El Marengo” era un hombre leal y de palabra, al que me sentí siempre vinculado y al que profesaba una gran admiración y cariño. Por todo ello, y en su recuerdo y reconocimiento, con gusto me he decidido a dedicarle estas breves líneas. Descansa en paz, querido maestro y compañero.
Chove, noviembre de 2017