La moción de censura presentada por los socialistas en el Congreso ha sido una manifestación paradigmática de democracia y una demostración nítida de que España es un Estado de derecho -todos los ciudadanos estamos sometidos a las normas que dicta nuestra Constitución y las leyes que emanan de ella-. De un día para otro se cambia un gobierno del PP, que había ganado las elecciones, por otro del PSOE, que las había perdido, y aquí no pasa nada, como debe ser. Claro, que la decisión la ha tomado la mayoría absoluta de los diputados, los representantes del pueblo en el Congreso. Se ha producido un acontecimiento por el que todos debemos sentirnos orgullosos de pertenecer a este gran país, como es España.
También debemos valorar -yo así lo hago-, las señales de adaptación de nuestros representantes a la nueva y plural realidad política del país logrando acuerdos difíciles, como el que ha posibilitado la salida adelante de dicha moción, cuando nadie fiaba un duro por ella.
Otra cosa es que consideremos justificada o no dicha moción, que critiquemos el procedimiento de su presentación, el oportunismo de unos y otros, que dudemos de su eficacia futura, etc. Ahí entra en juego la libertad de cada uno para pensar como quiera, y de su valoración responderá en consecuencia en las próximas elecciones. Pero la utilización de esta propuesta, este recurso legal, cuando los diputados consideran que el gobierno debe ser cambiado, ha sido intachable.
Al PP se le vino el aparejo a la barriga y la situación se le volvió repentinamente insostenible. Tras la sentencia de la Gürtel quedó sin credibilidad ni capacidad para seguir dirigiendo los destinos de España, y mucho menos los serios problemas de Cataluña. Su confianza internacional ha quedado muy dañada. Creo que a Mariano Rajoy no le quedaba más remedio que pedir disculpas y dimitir. ¿Por qué no lo hizo, temió un trasvase masivo de votos a Ciudadanos ante las actuales circunstancias? ¿Esta situación le resulta más favorable? ¿Para su partido o para España?
Al PSOE le ha salido redondo, por ahora, pues ha reaccionado como le correspondía hacerlo siendo el primer partido de la oposición; le ha salido bien, ha salido de la postración y decaimiento a la que lo relegaban las últimas encuestas y se le ha abierto repentinamente un increíble futuro esperanzador. La gran pregunta: ¿cuándo es “lo más pronto posible” para convocar elecciones y darle la palabra al pueblo?
Podemos ha secundado la iniciativa socialista en consonancia con su opinión del gobierno del PP, como esperaba el electorado progresista, de izquierdas, y ha solapado y desviado, de momento también, la atención a la crisis reciente de sus líderes con la adquisición de su valioso chalé en Galapagar -aunque yo creo que eso no se olvida fácilmente-. Por otra parte, al quitarse de en medio a Rajoy deja el campo de tiro libre sobre la diana de Pedro Sánchez, ahora sí preferencial, sin miramientos ni temores a ser criticado por dividir a la izquierda en su confrontación con la derecha. Aunque, por el mismo razonamiento, no es lo mismo criticar a un gobierno de derechas que a un gobierno del PSOE.
El PNV, siempre inteligente y eficaz, ha obtenido su rendimiento consiguiendo para su comunidad buena parte de su programa electoral, si logra finalmente, como así se ha acordado, que los presupuestos se mantengan como se habían aprobado y se ejecuten hasta el final de la legislatura. Veremos si el PP lo consiente en el Senado.
No sabemos el alcance de las conversaciones que el PSOE ha mantenido con los grupos minoritarios, entre ellos los independentistas, pero, haciendo uso del vaticinio popular sobre el rumor de la moza embarazada, “ya se verá”. En cualquier caso, estos pretenderán al menos que cambien los aires a ver si así les va mejor que con los anteriores, y eso, de por sí, ya es malo. Esperemos que se equivoquen en cualquiera de sus pretensiones.
Ciudadanos ha sido, en mi opinión, el gran perdedor, por ahora también, pues depende de lo que nos depare el futuro inmediato. La clave está en la contraoferta que le hizo Ábalos al proponer éstos elecciones inmediatas: “poned la fecha”. No lo hicieron; tuvieron miedo de subirse al carro de esta maniobra tan arriesgada con los separatistas y confiaron en que no saldría adelante. Prefirieron mantenerse en su exitosa posición al alza de las encuestas. Ahora todo ha cambiado, las encuestas son pasado, el centro de interés se ha desplazado a los socialistas y el liderazgo de pantalla y de los medios de comunicación está en el gobierno de Pedro Sánchez.
Lo que sí es un hecho cierto, de lo que no hay la menor duda, es el gran triunfo del Estado de derecho y de la democracia en la que se sustenta. El PSOE y Pedro Sánchez lo tienen muy difícil; él confiará en su inmensa suerte. Esperemos que de una manera u otra todo vaya bien en beneficio de España y de todos los ciudadanos.
Chove junio de 2018