Más sobre las lenguas
Vaya por delante, como no puede ser de otra manera por mi condición personal y de enseñante, mi reconocimiento al multilingüismo, al valor de las lenguas como un bien patrimonial cultural mundial al que hay que proteger, impulsar y mantener vivo. Y creo también por otra parte, que este mundo cada vez más globalizado y accesible a todos, este cortijo donde todos vivimos y todos somos ciudadanos en relación, debería disponer de una lengua común con la que poder entenderse. Que se impulsara y promocionara a nivel institucional, oficial, una lengua conocida por todos (el inglés parece que va en ese camino), sin menos cabo de que cada pueblo o comunidad conserve y utilice la suya propia.
Pero me opongo enérgicamente a que se utilice la lengua para fines distintos a la comunicación: para no entenderse (ningún español necesita traductor para entenderse con otro español), para despreciar al otro como extranjero o diferente, para enfrentar y dividir a las comunidades en lugar de unirlas (véase el fundamentalismo nacionalista, el independentismo), para emplearla como arma arrojadiza política o moneda de cambio (consecución de gobiernos o intereses partidistas), para oportunistas como Puigdemont o Sánchez que pretenden conseguir interesada y egoístamente sus objetivos utilizándola como instrumento político.
Uno de los compromisos de Pedro Sánchez para conseguir la presidencia del gobierno de España ha sido su promesa a los independentistas del reconocimiento del catalán, el gallego y el euskera como lenguas oficiales del Parlamento español y la Unión europea.
“Hoy el catalán no ha sido reconocido como lengua oficial de la Unión Europea”, decía el líder de Junts, recordando que esa era la petición que su partido hizo para apoyar a los candidatos socialistas en la Mesa del Congreso. Pero todos sabemos que no se trata de promocionar las lenguas autonómicas, sino de satisfacer sus intenciones secesionistas.
Con respecto a su utilización en el Parlamento español ya expuse mi opinión días atrás, y en cuanto al Parlamento europeo, yo no entiendo de normativas, reglamentos, legislación o conveniencia que puedan o no permitir su encaje en este ámbito, teniendo en cuenta la complejidad del asunto y la concurrencia de similares circunstancias en otros muchos países de La Unión. Pero sí observo que la iniciativa de esta solicitud “de urgencia”, “precisamente ahora”, del Gobierno español en funciones, ofreciéndose incluso a “sufragar todos los costes”, para que sean utilizadas estas lenguas cooficiales de España en el Parlamento europeo, no parece responder a un interés propiamente lingüístico. Porque anteriormente no ha habido necesidad de ello ni se ha realizado ningún otro intento por parte del Ejecutivo de similares características. Bien por el contrario, tengo conocimiento de que los socialistas votaron en 2021 en contra de una iniciativa similar a la que ahora impulsan en La Unión, y, en junio de 2022, el PSOE rechazó una propuesta del PNV que pretendía estos mismos objetivos para modificar el Reglamento del Congreso español.
Por otra parte, si al presidente en funciones, Sánchez, le hubiesen interesado las cuestiones lingüísticas, que tendrían que interesarle, debería haber prestado mayor atención a la puesta en valor y situación del español, la lengua oficial de nuestro país, en el ámbito europeo y en sus instituciones. Pero la lengua española parece que le importa bien poco a Pedro Sánchez.
El español es una lengua claramente internacional, la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes y la tercera en un cómputo global; lengua oficial de 21 países, superando los 591 millones. Es también la tercera lengua más utilizada en la red. Esto no se está teniendo en cuenta en la UE y el Gobierno español no pone ningún empeño para que se tenga.
Son 24 las lenguas oficiales de la Unión, pero en la práctica las lenguas que imperan, las lenguas de trabajo en todos los asuntos son el inglés, el francés y el alemán. El inglés sigue siendo una lengua oficial de la UE, a pesar de que el Reino Unido haya abandonado la UE.
El español, sin embargo, aunque es una lengua internacional, está claramente discriminado. Todas las resoluciones del TJUE se publican el mismo día que se adoptan, pero cada vez es más frecuente que no aparezcan el mismo día en todas las lenguas oficiales, siendo una de las lenguas perjudicadas el español.
El español está perdiendo importancia respecto a otras lenguas, pierde fuerza. Así se desprende de “Los futuros del español”, una investigación realizada por los catedráticos José Antonio Delgado, Juan Carlos Jiménez y José Luis García Delgado.
Aquí es donde el presidente en funciones Pedro Sánchez debería dar la cara. Se precisa sin tardanza de una política lingüística de reactivación y empuje, una defensa en Europa del español, de su importancia, con decisiones firmes. Pero, vistas las iniciativas del gobierno, parece que interesa más trabajar por el catalán, el vasco y el gallego, principalmente el catalán.Por otra parte, asociaciones en defensa del español lamentan que el Ejecutivo no se ocupe tampoco de hacer cumplir la sentencia del 25% de castellano en las aulas.
Al Gobierno español le corresponde priorizar el interés general de todos los españoles y defender en Europa, en el mundo y en todos los ámbitos la importancia internacional de nuestra lengua, el español.
Chove, Granada, octubre de 2023