Existen dos argumentos de base contrapuestos en el tema de la crisis económica en Europa, que más que económica yo diría política y de convivencia. De una parte, los que inciden en la irresponsabilidad tanto de gobernantes como de ciudadanos en general, que han vivido derrochando, corrompiendo y endeudándose como si así pudieran seguir haciéndolo indefinidamente. Y de otra, los que ponen el acento en que han vivido así porque se les ha permitido y se les ha incitado a ello para beneficio político e interés financiero. Ambas argumentaciones están cargadas de verdad y razón, luego la solución debe buscarse conjugando respuestas, exigencias y sacrificios a las dos partes: los primeros, que vivan con arreglo a sus posibilidades, que se ajusten el cinturón sufriendo por ello y que paguen lo que se acuerde que deban pagar, y los segundos, que no abusen ni se aprovechen de la debilidad ajena, que tengan en cuenta no sólo los beneficios de su negocio sino también el bienestar de sus clientes y ciudadanos, y que se resignen ganando menos y facilitando el pago a sus deudores. De esta forma, reconociéndose mutuamente su irresponsabilidad, cediendo ambas partes, se puede llegar a un acuerdo que nos permita el acierto de continuar viviendo y progresando en una sociedad europea de futuro. Y que esta dramática experiencia sirva, al menos, de aprendizaje.
Chove, febrero de 2015