Creo que la decisión adoptada por el comité federal del PSOE apostando por primarias -con la designación de Pérez Rubalcaba- y no por la convocatoria de un congreso no ha sido acertada, y no porque el candidato propuesto para las elecciones generales no sea el adecuado, que creo que lo es, sino porque esta decisión es insuficiente, es pan para hoy y hambre para mañana. El PSOE debe convocar un congreso cuanto antes para la renovación de ideas y personas, y después las elecciones generales, porque así lo ha exigido el pueblo en las urnas. No hacerlo así y perder el tiempo en disquisiciones o debates interesados que nada importan a los ciudadanos implica no haber entendido su mensaje; no haber comprendido el comportamiento rebelde, indignado y desesperado de la juventud, que se ha manifestado pacíficamente en la mayoría de las ciudades del país protestando por su situación de precariedad y de ignorancia por parte de la clase política, centrada ésta en enfrentamientos inútiles, mirándose el ombligo y desatendiendo su misión prioritaria cual es la de facilitar oportunidades, trabajo y un futuro esperanzador para todos los ciudadanos.
Los socialistas han de demostrar su madurez política y eso que dicen de saber perder. Cuando se sufre una derrota tan estrepitosa, una debacle electoral de esta envergadura, no caben medias tintas ni soluciones de parcheo; se hace preciso una respuesta de fondo sin dilaciones que convenza a le gente, y principalmente a los votantes socialistas, de que se toma nota de su mandato y se responde con inmediatez a sus exigencias. Porque estos no han sido unos resultados normales como los de otras contiendas electorales, en las que se pierde con diferencias tan poco significativas que todos los que lo hacen pueden justificarlo con análisis enrevesados y retorciendo las palabras pretendiendo demostrar algún tipo de victoria, sino que esto ha sido una pérdida nítida, sin parangón en la historia electoral del presente período democrático, un barrido del mapa institucional.
¿Qué significa eso de “asumo personalmente la responsabilidad del resultado electoral”?; ¿sólo eso, la manifestación verbal de la asunción? ¿Para qué sirve el proceso de primerias cuando se procura que no haya más de un candidato? ¿Por qué han cambiado de opinión la mayoría de los barones y han optado por este procedimiento? ¿Hay alguna razón de peso que justifique esta decisión? Si la hay que se diga y que la sepamos todos para aunar esfuerzos y remar solidariamente en la misma dirección. Pero si no, el castigo tan severo infligido por los electores, y especialmente los votantes socialistas absteniéndose, votando en blanco o a otras candidaturas -el incremento de votos al PP no ha sido significativo- ha sacudido de tal forma las estructuras del partido que éstas no permiten arreglos de reparación o reformas, sino una reconstrucción orgánica desde los cimientos. Todo lo que no sea actuar así supondrá demora y aplazamiento para el futuro, con la pérdida de tiempo, el agravamiento de la situación y la demostración hacia la ciudadanía de un comportamiento irresponsable y de inmadurez democrática.
El congreso debe acabar con la etapa de Zapatero y con su forma de hacer política –orgánica e institucional- en los últimos años. Y lo dice un delegado del XXXV congreso del PSOE del año 2000 en Madrid, que intervino en la delegación granadina apoyando la candidatura de Zapatero y justificando el voto hacia su persona, la cual resultó vencedora por tan sólo nueve votos de diferencia. Y la elección fue acertada, puesto que con él el partido socialista le arrebató el gobierno al PP ganando las dos siguientes elecciones generales con soltura y adoptando medidas muy acertadas de progreso y avance social, a las que difícilmente podrá acometer en su contra ningún gobierno conservador futuro.
Pero los tiempos cambian, y a veces para peor, y la situación política y económica del país fue empeorando como consecuencia de la crisis económica mundial, y Zapatero ha dado muestras de no poder con la carga que ello suponía, de no estar a la altura de las circunstancias. Por eso, los resultados de estas elecciones municipales y autonómicas no son sólo la consecuencia de la crisis, como se atreven a argumentar muchos de los dirigentes socialistas demostrando una total falta de rigor y seriedad en sus análisis y reflexiones, sino que la principal causa de los desastrosos resultados ha sido la gestión y administración de esa crisis -y su consecuencia, el desempleo-, ante la que el presidente del gobierno ha reaccionado tardíamente, sin intuirla ni verla venir -incluso siendo advertido por compañeros especialistas cualificados-, y por las posteriores actuaciones para frenarla y atajarla, una vez reconocida, haciéndolo de forma imprecisa, titubeante, de poca firmeza, errática, adelante y atrás, y de continuados pronósticos desafortunados. Por otra parte, las medidas finalmente adoptadas, acertadas y valientes a mi entender, pero tremendamente antisociales e insolidarias, han debido ir acompañadas de una sólida campaña explicativa y de gestos, iniciativas y ejemplos de austeridad de la propia clase dirigente, así como de los poderes económicos y financieros. Porque la gente comprende que cuando no hay más remedio que apretarse el cinturón hay que apretárselo, pero todos juntos, solidariamente, y no sólo los de siempre, los más desgraciados y desfavorecidos, los ciudadanos de a pie. Ésta ha sido la percepción que han tenido los españoles en general de la actuación del gobierno para con la crisis, sin adentrarnos en otros campos de intervención, y por la que se han sentido inseguros, desprotegidos y con miedo ante el futuro incierto.
Ha sido un voto desesperado, de indignación, de rabia y de impotencia que ha dado al traste con la inmensa mayoría de los gobiernos municipales socialistas y de las comunidades autónomas, cuya pérdida, en muchos de los casos, supone una verdadera lástima por cuanto la gestión al frente de los mismos ha sido acertada y buena, pero la ola devastadora generalizada se los ha llevado por delante. Los trabajadores en paro y los jóvenes se sienten bloqueados, sin salidas, sin esperanzas, y se han visto obligados a actuar así a pesar de que Rajoy, como cabeza visible y líder de la fuerza beneficiada de esta reacción, no goza de su simpatía y confianza, como se viene demostrando con las encuestas de opinión y en el bajo porcentaje de apoyos ganados con respecto a las pasadas comparativas.
Por todo ello, se hace preciso un retorno a los cuarteles para reflexionar a fondo y adoptar las decisiones y estrategias que pongan orden y encaucen nuestra actuación de futuro. Sólo la designación de Pérez Rubalcaba no es suficiente; ya tenemos una experiencia parecida con la de octubre del año pasado cuando el presidente del gobierno y secretario general de PSOE realizó una remodelación de su gabinete para reconducir y revitalizar la debilitada gestión del mismo, colocando a Pérez Rubalcaba como vicepresidente primero, ministro de interior, portavoz del gobierno y figura clave, y tras ocho meses de andadura ahí están de muestra de la eficacia de tal decisión los resultados electorales de mayo. Pero, ¿es que fue una iniciativa desacertada, representa Pérez Rubalcaba algún problema de peso ante la opinión pública?, no, en mi opinión creo que Rubalcaba proyecta seguridad y confianza en los ciudadanos; lo desacertado y problemático fue el solapamiento con Zapatero, la desconfianza y falta de crédito en este último que se ha instalado en la conciencia de los ciudadanos y en la de los propios militantes, simpatizantes y votantes socialistas en general. Y esa imagen mental va a enturbiar y ensombrecer los principales valores de Rubalcaba en su carrera como candidato a la presidencia del gobierno, que son precisamente esa confianza y seguridad que inspira.
¿Qué gana el PSOE y el país con esperar más para adoptar la decisión de sustituir a Zapatero?. Creo, sinceramente, que nada, y como dice el refrán más vale una vez colorado que cien amarillo. Es una cuestión que hay que resolver y conviene hacerlo cuanto antes. Desgraciadamente, las expectativas de futuro inmediato no son alentadoras ni se esperan cambios económicos ni laborales significativos que posibiliten un escenario de mayor esperanza electoral en las próximas elecciones generales y andaluzas, y que justifiquen la espera. Y no me vale el argumento de que “eso es darle la razón a Rajoy”, porque nosotros debemos hacer lo que creemos que es lo mejor para el PSOE y para el país, independientemente de lo que digan otros. El no hacerlo porque lo dice el PP y no hay que darle ese gusto es un gesto de cabezonería infantil e irresponsabilidad, porque, además, puede que sea esa reacción precisamente la que desea el PP de los socialistas, la de esperar hasta agotar la legislatura y continuar el desgaste del gobierno y su futuro candidato con la adopción de medidas impopulares, sin importarles nada el país y el sufrimiento de la gente, y nosotros le estamos siguiendo el juego y haciendo lo que realmente ellos pretenden.
Hay que celebrar un congreso para dar inicio a la reorganización y reconstrucción de un nuevo proyecto que reoriente y ponga orden en la acción política orgánica e institucional, con la participación de toda la militancia del partido, que ponga en marcha procesos de análisis y reflexión para el rearme ideológico y la elaboración del ideario político e institucional, con propuestas programáticas actualizadas y adaptadas a la realidad, a las necesidades y demandas de la sociedad. Por otra parte, un congreso que elija un nuevo secretario general y un equipo de personas cualificadas, con experiencia, que pongan en marcha y conduzcan el proceso de renovación de dirigentes en todos los ámbitos del territorio nacional e irradien en dicho procedimiento criterios de responsabilidad, interés general, capacitación e independencia de opinión, con objeto de que la actuación de los elegidos se corresponda con la exigencia de su obligación para prestigio y bien de la organización y de la sociedad en su conjunto.
José Guzmán Flores
Granada, mayo de 2011.