A LA BANDA DE MÚSICA DE MONTEFRÍO
El otro día me celebraba mi maestro D. Francisco Cano Lara el buen hacer de la banda de música de Montefrío, a la que hace seguimiento por internet y de forma directa cuando puede. Y mi maestro entiende de música, pues ya de niño oía ensayar a su padre con el clarinete en el taller de la zapatería. Yo, como músico, corroboro esa apreciación y, como montefrieño, también me siento orgulloso de tener una banda como la nuestra.
Esta Semana Santa he tenido el gusto de acompañarlos durante sus actuaciones en Huéscar, Montefrío y Encinas Reales (Córdoba) y he comprobado el buen trabajo realizado, su profesionalidad y magnífica interpretación. He observado su correcta actuación de manera general, en la forma y en el contenido.
La Banda ha mostrado en todo momento una presencia elegante, seria y respetuosa con las hermandades contratantes, guardando alineaciones, posturas y distancias, y manteniendo de manera general un comportamiento adecuado para el desempeño de su papel en este tipo de actuaciones. He podido constatar por mi cercanía (a mí me gusta pasear alrededor de la banda y de la procesión en su conjunto para observar los detalles durante la estación de penitencia) el empeño en la buena interpretación individual de cada uno de los músicos, he visto sus facciones de concentración e integración en la escenografía general y he sentido y apreciado la riqueza de matices, la buena afinación y la excelente ejecución armónica de la banda en su conjunto. En definitiva, un trabajo bien hecho, una gozada que pienso seguir repitiendo mientras mi salud y la banda me lo permitan, porque sólo con la salida de María Santísima de la Soledad de la iglesia de Encinas Reales, al son de La Madrugá de Abel Moreno, merece la pena el viaje y el acompañamiento.
Quiero desde estas líneas felicitar a los músicos y al director, y agradecerles el disfrute y placer que me han proporcionado con su espectáculo, un trabajo cuyo valor no tiene precio.
Y hablando de precio y trabajo, creo que es oportuno decir que a una banda como la nuestra, formada por jóvenes estudiantes, otros ya licenciados, músicos profesionales, profesores, arquitectos, ingenieros, agricultores, albañiles, policías, camareros y trabajadores en general, que dedica tantas horas de trabajo y de su tiempo a esta actividad cultural, no se le puede pagar con nada. Permítaseme añadir también, para muestra paradigmática de voluntad y esfuerzo, y porque creo bueno que se sepa, que este grupo de más de cincuenta montefrieños que forman la banda de música de Montefrío partió a primeras horas de la tarde del Miércoles Santo hacia Huéscar, donde acompañó en una gélida noche a la Dolorosa durante cuatro horas, tocando ininterrumpidamente en cada chicotá; regresó a Montefrío de madrugada para volver a salir a medio día del Jueves Santo hacia Estepona y acompañar a la Virgen en otra procesión de cuatro horas; volviendo al pueblo a las siete de la mañana del Viernes Santo para comenzar a las once con el himno nacional a las puertas de la Encarnación de Montefrío y tocar en la procesión de los Recaícos; y volver a salir recién comidos hacia Encinas Reales para cumplir con su contrato de acompañamiento musical a María Santísima de la Soledad durante tres horas y media, volviendo definitivamente al pueblo a las tres de la mañana. Este tipo de gestas no se comprenden si no es por una causa sublime, un profundo amor a la música.
Y todo ello llevando el nombre de la banda y de Montefrío con orgullo y dignidad por la geografía andaluza. Mi más sincero agradecimiento y enhorabuena. Espero que continuéis así muchos años y mejorando lo que se pueda.
Chove, marzo de 2016