DON RAMÓN ALBA Y SU OBRA SOCIAL EN MONTEFRÍO
El otro día me enteré de que había muerto D. Ramón Alba Fernández de Cañete. Dice el refrán que es de bien nacidos el ser agradecidos y yo quiero serlo reconociendo y dando a conocer la atención y voluntad que este señor tuvo conmigo y con Montefrío. Aprovecho esta luctuosa noticia para recordar un par de acontecimientos destacados para bien de nuestro pueblo y de su historia. Lo hago, como digo, porque creo que es de justicia el reconocimiento a este hombre y porque los montefrieños debemos conocer nuestra historia, aquella que da sentido y explica nuestra forma de vida. Estas experiencias personales, que no constan en ningún documento, nunca se conocerán ni serán recordadas si no se plasman por escrito.
Don Ramón era un montefrieño registrador de la propiedad, que vivió casi siempre fuera del pueblo, pero su amor y sentimiento de pertenencia a él lo ha mantenido permanentemente vinculado y presente como un vecino más. Casi toda su vida transcurrió en Oviedo y Santander, pero siempre que tenía oportunidad venía para su pueblo (nunca faltaba el Día de la Virgen), y procuraba hacer el viaje en tren o coche, pues sufría de aerofobia, lo que le confiere aún más mérito. Y como muchos montefrieños que viven en el exterior procuraba comerse el remojón de San Marcos el día veinticinco de abril, y si era en el campo o en algún parque mejor. Era también, y este es el objetivo de mi relato, un vecino al que los socialistas locales y los montefrieños en general deben saber que han de estar siempre agradecidos, ya que don Ramón nos ha correspondido cuando hemos necesitado algo de él.
Voy a relatar dos experiencias que considero de interés para conocimiento general, pues revelan detalles de su personalidad y supusieron un paso significativo para los servicios sociales de los mayores en nuestro pueblo.
El Hogar del Pensionista o Centro de Día “Los Arrayanes”.
Corría enero de 1989, siendo yo portavoz del grupo municipal socialista en la oposición y secretario general de la Agrupación Local del PSOE, cuando me convocó el alcalde a su despacho (cosa rara, pues no era costumbre en él consultar los temas de gestión municipal) para mostrarme un proyecto de adaptación de la vieja Plaza de Abastos a Hogar del Pensionista. Le respondí que la aspiración de los socialistas y mayores montefrieños era la de conseguir un edificio de primera planta, así como recuperar ese solar en el centro del pueblo como plaza pública que siempre lo fue de los ciudadanos, por lo que nuestra propuesta era la de gestionar un proyecto digno para la tercera edad y demoler el mamotreto de la Plaza de Abastos. El alcalde, que tampoco estaría seguro de su proyecto y quería consensuar el asunto, me hizo la contraoferta de que en el plazo de tres meses buscara una alternativa, y si no la presentaba continuaría adelante con la suya.
Nosotros habíamos pensado como ubicación para este servicio el lugar que ocupa hoy, un solar con vistas, aislado y céntrico, destinado en parte a jardín en la esquina de “la haza de Don Ramón” y equidistante entre los barrios del pueblo. Rápidamente me puse en contacto con el Patrono Vitalicio del Patronato de la Fundación Alba-López, don Ramón Alba, lleno de incertidumbre, la verdad sea dicha, y le expuse nuestra intención, que implicaba, lógicamente, la donación o cesión de dichos terrenos. El trato que me dispensó don Ramón fue perfecto, escuchó atentamente y se mostró favorable a la idea, pues el fin perseguido coincidía con el de su fundación, por lo que lo estudiaría con tranquilidad y me daría la respuesta posteriormente. Albergamos muchas esperanzas tras aquella reunión, pues no encontramos negativa frontal ni reticencias descorazonadoras.
Al cabo de pocos días, don Ramón me llamó para darme la contestación y me entregó un sobre que guardaba en su interior un documento de varias páginas, en las que en resumen venía a decir que estaba dispuesto a ceder el uso del solar solicitado para ese fin, por un periodo de noventa y nueve años, prorrogables al final de los mismos si se pretendía el mismo destino para el que se cedía.
Nuestra alegría fue inmensa, pues se había salvado el primer escollo, habíamos conseguido el primer objetivo: la ubicación. Y muy poco tiempo después, para finales de marzo del 89, don Ramón Alba había cedido el derecho de superficie de un solar de 500m2 por un período de 99 años prorrogables y la Junta lo había aceptado, disponiendo de más de 37 millones de pesetas (37.726.445) para su construcción. Luego surgieron algunas dificultades y retrasos en la tramitación y gestión del proyecto, que nos obligaron a tensionar el asunto haciendo en mayo una toma de posesión simbólica del terreno y solicitando el inicio de las obras. Y otra en octubre del 92 para pedir su apertura, pues las obras habían finalizado un año antes y la inauguración se retrasaba al parecer por problemas de mobiliario y calefacción. Pero, definitivamente, este magnífico centro abrió sus puertas a los mayores montefrieños en 1993.
En toda la ardua tramitación del expediente se incluye también el desencuentro producido entre el IASS (Instituto Andaluz de Servicios Sociales) de la Junta de Andalucía, que debía recibir el solar y aceptar el proyecto, y el Patrono de la Fundación Alba-López, don Ramón. Y esta historia merece ser relatada por su peculiaridad. Resulta que don Ramón, como siempre, había presentado un documento impecable en su redacción y contenido, lleno de detalles y referencias legislativas, en el que no dejaba ningún cabo suelto. Pero este fiel documento no fue aceptado por los letrados y juristas de la Junta, haciendo constar su disconformidad con el mismo y devolviéndolo al ayuntamiento con una nueva redacción en mayo del 89. Entre otros pormenores, el IASS entendía que le correspondía autorizar al Patronato de la Fundación para llevar a cabo la cesión del derecho de superficie sobre el solar, mientras que don Ramón insistía en que “…el Patrono, por voluntad de las fundadoras, lo es a su sola fe y conciencia sin que necesite autorización alguna…”. En un principio, pensamos que se trataría de algún matiz sin importancia y que don Ramón lo adaptaría sin plantear objeciones. Pero nada más alejado de nuestra presunción, don Ramón se extrañó de la petición de corrección y volvió a redactar en agosto del mismo año otro documento parecido y ratificándose en el anterior: “…Examinada la Resolución de que se le hizo entrega su contenido ha dejado perplejo a este Patrono. Con todo respeto ponemos de manifiesto que es incongruente, no necesaria e inaceptable para el mismo según a continuación se razona…”. Con este contratiempo se inició una serie de escritos de ida y vuelta a la Junta, así como de viajes, que nos hicieron temer por la pérdida del proyecto general.
En una de las entrevistas personales con los jóvenes técnicos les pedimos por favor que pensaran en el fin pretendido, que era lo fundamental, y que la burocracia y el papeleo eran secundarios. Recuerdo que le confesamos detalles de la personalidad y forma de ser de don Ramón, un registrador mayor, exigente y meticuloso, con el que había que tener cuidado y atención. Pero ellos insistían en que estaba desfasado y desconocía la normativa actual.
Por su parte, don Ramón, recibía impertérrito los documentos corregidos por los letrados de la Junta y volvía a contestar insistiendo en su alegato. También a él le pedimos que pasara por alto lo escrito y aceptara las sugerencias, a lo que contestó que cómo le solicitábamos eso a un Registrador del Estado, cuya misión era precisamente la de velar por la legalidad de los documentos sometidos a su competencia.
No obstante, y como conclusión, los escritos y la visita que don Ramón cursó a las dependencias de la Junta en setiembre del 89 pusieron fin al desencuentro al demostrar este su razón, ya que su Fundación estaba autorizada y registrada con una disposición especial diferente a la legislación que regía al resto de las Fundaciones. Recuerdo perfectamente la expresión de asombro y decepción de uno de los juristas ¡“pues no que llevaba razón el viejo” !, a lo que yo le respondí “ya os advertí que tuvierais cuidado con él”.
De modo que, sea como fuere, lo importante es que gracias a la generosidad de don Ramón Alba, conseguimos un solar para la construcción del Hogar del Pensionista, de primera planta y digno para los mayores montefrieños, y de rebote recuperamos una bonita plaza pública en el centro del pueblo. Una realidad de la que disfrutan y sacan muy buen provecho desde entonces los montefrieños.
La Residencia de la Tercera Edad “San Antonio”.-
La gestión de la Residencia para Mayores “San Antonio” se realizó durante la legislatura de gobierno independiente socialista de 1995-99. En este caso, con la experiencia adquirida en las negociaciones para el Centro de Día y al ser un convenio establecido directamente entre el Ayuntamiento y la Fundación Alba López, el curso de las gestiones fue mucho más cómodo y relajado, aunque también estuvo aderezado de curiosidades que merecen ser relatadas.
En Montefrío existían desde hacía años unas viejas instalaciones que pretendían haber sido un hospital al que los vecinos llamábamos “El Sanatorio”. Yo lo conocía bien porque viví muchos años junto a las mismas, en la calle Fuente y Prado. Consistían en un complejo con un buen edificio y grandes espacios libres y abiertos con terrazas ajardinadas y con árboles. También disponía de una buena casa para los guardeses de la finca, que habitaba una buena familia, Gaspar y su esposa Francisca, “los del sanatorio”, y una fuente resguardada en una cripta que manaba el agua muy fresquita, a la que acudían los vecinos para hacer el gazpacho en el verano. El edificio contaba con diversas dependencias distribuidas en tres plantas y semisótano, que yo vi hasta con camas, instrumental y diversos utensilios. Era y es propiedad también de la “Fundación de Beneficencia Privada Alba López”, fundada en 1958 por las hermanas Doña María y Doña Julia Alaba López, y que, como se ha dicho anteriormente, estaba representada y gobernada por un Patronato cuyo presidente o Patrono Vitalicio era don Ramón Alba.
Desconozco los motivos por los que nunca llegó a funcionar como hospital o sanatorio. Pero la falta de uso y aplicación durante tanto tiempo, las obras concluyeron a finales de los cincuenta, lo iban envejeciendo y deteriorando. No obstante, anteriormente sirvió como alojamiento provisional para los damnificados por los derrumbamientos de casas del barrio de la Solana en el año 1962, residencia para una comunidad de monjas de las que no recuerdo su congregación, Consultorio Médico en el 80 y taller ocupacional de minusválidos en el 83. Recuerdo que se derrumbó el tejado del almacén anexo y aplastó y sepultó el carrillo con el que mi padre se había buscado la vida tantos años, y que había conseguido permiso para guardar allí cuando se trasladó al quiosco.
En el año 1997, tomamos la iniciativa de gestionar una nueva residencia para los mayores atendidos por la Comunidad de las Monjas Mercedarias, que dejaron de prestar sus servicios en Montefrío. Previamente se había gestionado la creación de una cooperativa con jóvenes formados en el servicio geriátrico para que se encargara de continuar con la atención de la Residencia de las Monjas.
Conocedores de las instalaciones anteriormente referidas, de los intentos para este mismo fin realizados por corporaciones anteriores y por las Hermanas Mercedarias, que se remontaban hasta el 1977, y de los buenos resultados de nuestras gestiones para la cesión del terreno del Hogar del Pensionista, nos dispusimos a entablar nuevos contactos con don Ramón Alba para ver la posibilidad de contar con “El Sanatorio” y adaptarlo a nueva Residencia para la Atención de los Ancianos de Montefrío. De nuevo, la atención ofrecida por don Ramón fue exquisita, educada y fructífera, y en el 97 se redactaron varios borradores, siendo en diciembre de ese mismo año cuando el Patrono Vitalicio, don Ramón, presentó al ayuntamiento el borrador definitivo de convenio entre la Fundación y el Ayuntamiento, que fue aprobado en Sesión Plenaria Extraordinaria el día 2 de febrero de 1998.
Entre las condiciones que puso don Ramón en las estipulaciones del convenio, asumibles todas ellas, paso a detallar las que considero de interés:
– Don Ramón cede el Hospital de San Antonio en arrendamiento al Ayuntamiento de Montefrío por 200 pta. anuales y por un periodo de 50 años, prorrogables si se pretenden los mismos fines.
– La Sala de Juntas se mantiene como tal para las reuniones del Patronato.
– La Fundación podrá proponer el ingreso de uno de cada cuatro ancianos, con cargo a sus propios fondos, de las plazas reservadas al Ayuntamiento. (Hasta el momento, la Fundación no ha hecho uso de esta estipulación).
– La Capilla se mantendrá en la forma que figura en el proyecto inicial, celebrándose en ella los cultos para los que está destinada.
A continuación, el Arquitecto Municipal, Juan Carlos Sánchez-Cañete Liñán, redacta un estudio previo y un proyecto para la adaptación del Hospital a Residencia para la Tercera Edad, con un presupuesto general de 109.905.757 pta., que será financiado por la Junta de Andalucía y el propio Ayuntamiento.
Ya por fin, terminadas las obras del nuevo edificio y todos los trámites administrativos, la Residencia para la Tercera Edad “San Antonio” de Montefrío fue inaugurada y abrió sus puertas el día 7 de mayo de 2003, y desde entonces viene prestando su magnífico servicio a los ancianos montefrieños con la colaboración extraordinaria y desinteresada de la Asociación “Amigos del Anciano”.
Como quiera que, afortunadamente, la trayectoria de su funcionamiento fue creciendo desde entonces por las numerosas demandas de ingreso que se presentaban a la dirección, las partes en convenio se vieron en la necesidad de firmar un nuevo acuerdo de ampliación, con fecha 4 de mayo de 2009, para la ampliación de las instalaciones, adicionando al edificio un nuevo pabellón, construido en su parte posterior y enlazado e integrado orgánicamente en el mismo, conforme al proyecto redactado por el Arquitecto Municipal don Jesús Pérez Lobelle, con capacidad para 26 nuevas plazas, que junto con las 29 anteriores hacen un total de 55 plazas totales actuales.
Como detalle importante a destacar hay que decir también que, independientemente de las Estipulaciones especificadas en el Convenio y sin constar como obligación alguna, cada año don Ramón ha venido sufragando con cargo a la Fundación y como colaboración para el buen funcionamiento y mejor atención de los residentes, proyectos de obras e inversiones como planchadoras, etc., que la dirección de la Residencia le ha ido presentando, y lo ha hecho donando hasta el último céntimo sin presentar objeción alguna. A continuación, reflejo las de los últimos seis años:
– Mayo 2011 40.000 €
– Julio 2012 30.000 €
– Septiembre 2013 30.548 €
– Septiembre 2014 12.000 €
– Septiembre 2015 28.887,97 €
– Septiembre 2016 30.440,58 €
Y esto es todo. Que quede como recuerdo, reconocimiento y pequeño homenaje a este montefrieño generoso, solidario y altruista, don Ramón Alba Fernández de Cañete, Patrono Vitalicio del Patronato de la Fundación Alba López, que nos ha dejado físicamente como persona, pero que su obra permanecerá por muchos años sirviendo a la Villa de Montefrío y a sus vecinos.
Gracias don Ramón, descanse en paz.
José Guzmán Flores. Marzo de 2017
• Mi agradecimiento al Secretario Acctal. del Ayuntamiento Nono Sánchez por la información facilitada
Hoy casualmente he dado con este artículo, que me ha encantado y algo sabía de esa historia por mis padres; y he leído tu reseña.
Efectivamente Carlos Sellés se casó con tu abuela Amalia a la que conocí hace muchísimos años, y que estuvo presente en mi boda. La recuerdo como una gran señora, muy elegante y siempre amable y cariñosa. A mi me tenia especial cariño porque me trato de bebé.
Recuerdo que tuvo 3 hijos con tu abuelo Lorenzo, del que mi tío Ramón era íntimo amigo. En realidad era muy amigo de los dos (como de la familia, según me relataron).
De los tres hijos de Amalia me acuerdo sobre todo de María Victoria y de Kiko (era muy guapo o a mí me lo parecía). Mi tío-abuelo D.Ramón Alba Fernandez de Cañete, era hermano de mi abuelo D. José Alba Fernandez de Cañete, y efectivamente estuvo casado 2 veces (la primera vez fue un desastre) y no tuvo hijos, pero si muchos sobrinos, entre ellos mi madre, y fue siempre muy querido y respetado por toda nuestra familia, porque fue y será siempre en nuestro recuerdo una persona extraordinaria, bondadosa y generosa.
Yo nací en Oviedo, y en 1999, junto a mis padres, él me enseñó mi tierrina (estuvimos en Celorio con tu abuela Amalia, nos llevó al descenso del Sella, nos montó en el 🚂, el hospital donde nací, a la iglesia donde me bautizaron, al piso dónde viví…..) y también parte de la tierruca (recuerdo su maravillosa casa de Santander, dónde nos alojamos, que se parecía mucho a mi casa de muñecas) y aunque él, como Registrador de la Propiedad, tuvo infinidad de destinos, no faltaba ni un sólo año a las fiestas de su querido MONTEFRIO, y siempre bajaba. También recuerdo cuando nos juntábamos todos en “San Marcos”, en la era.
Los últimos años de su vida ya no podía acompañarle tu abuela. También sentí mucho su fallecimiento.
Me han gustado tus palabras hacia mí tío-abuelo, y no dudo de que te tratará como un nieto.
Mientras lo recordemos siempre estará con nosotros ✨🙏🏻
Buenos días. Ayer visité por vez primera Montefrrio, el pueblo donde mi bisabuelo, “El médico Alba”, ejerció su profesión. Me gustaría saber si esta fundación y está familia Alba, tiene vínculo con este médico Alba que ejerció allí toda su vida. Gracias
Buenas tardes. Te refieres a Antonio Torres Alba? o a su padre Marcelino Torres Rosales?
Carlos Sellés, dices ser nieto de D. Ramón Alba Fernández de Cañete, pero según consta murió sin tener hijos. ¿Puedes explicar porque dices que era tu abuelo?
Buenos días y disculpe la tardanza en contestar…
Se casó con mi abuela, hace muchos años, doña Amalia , el fue mi abuelo en funciones, pese a no ser de sangre.
Estuve con el hasta su último aliento en Oviedo.
No hay día que no me acuerde de él.
Buenas tardes,
Mi nombre es Carlos Sellés , y aunque mi apellido no lo declare asi, soy nieto de D.Ramón.
Acabo de leer su escrito y me han caído las lagrimas al recordar a mi abuelo.
El nos ha dejado hace ya dos años, y no hay dia en el que no me acuerde de el, el hizo de mi el hombre que soy hoy en ida, sus consejos, su amor y su experiencia , han sido un regalo de la vida…
Muchas gracias de nuevo, por el relato y un beso alli donde estes abuelo.
Carlos.