Las elecciones al parlamento alemán
La madurez política del pueblo alemán es increíble, envidiable. Una vez más me sorprende Alemania como ya lo hizo cuando la descubrí por primera vez en 1971, en mis tiempos de emigrante como estudiante. Dicho así de paso, la fecha solo muestra la frialdad de un número, pero me permito el recordar brevemente las circunstancias que rodeaban aquella época. Cuando yo llegué a Alemania en junio del 71 habían transcurrido 25 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial; solo 25 años. En tan solo 25 años los alemanes lograron reconstruir el país que había quedado totalmente destrozado, controlado e hipotecado por la guerra. Y en esos cortos 25 años Alemania ya estaba en condiciones laborales para ofrecer mano de obra y trabajo al resto de Europa; ya se veía como un país perfectamente urbanizado, moderno y socialmente avanzado, que demostraba su liderazgo económico y político puntero en el mundo. Aunque, siendo riguroso en los datos, este panorama era observado por mí a los 25 años, pero en realidad ya existía a los 15, pues la emigración de los españoles se inició en la década de los 60. ¡15 años, el milagro alemán!
Tras dicha guerra, Alemania quedó dividida en dos partes, la oriental y la occidental, y en 1961 se construyó el muro de Berlín, que partía esta ciudad en dos y evitaba el paso y la comunicación entre la parte comunista y la democrática. En 1990, tras la caía del muro, Alemania sorprende al mudo anunciando su reunificación, la unión de las dos partes separadas y severamente enfrentadas durante 45 años. Deutschland volvía a estar unida sin problemas ni dificultades significativas.
La Alemania próspera, rica y poderosa occidental permitía la integración de la Alemania paupérrima, atrasada y abatida oriental; en 1990 la Alemania comunista dejó de existir. Y para comprender mejor esta decisión de alto valor estratégico político, económico y social, esta iniciativa aun en curso, realicemos un ejercicio de simulación empática. Imaginemos por un momento que España hubiese quedado dividida entre el norte y el sur tras la guerra, y que 45 años después se pretendiese la reunificación de la España rica del norte con la España pobre del sur. ¿Se llevaría a cabo esta pretensión, se iniciaría al menos?
Por supuesto que los alemanes están teniendo dificultades en sus 30 años ya de andadura juntos, pero los resultados cada vez son más alentadores y las diferencias en general entre una y otra parte cada vez son menos significativas. Las fuertes inversiones en infraestructuras, construcción de carreteras, urbanización y embellecimiento de pueblos y ciudades ha transformado la imagen y ha dado luz a la Alemania ensombrecida del este; la mejora es francamente notable, aunque hay que seguir avanzando en igualdad económica, laboral y social.
Además, la reunificación de Alemania también repercutió positivamente en el espacio comunitario, en la Europa de todos, propiciando la expansión de la UE con la incorporación de varios países provenientes del este.
Las elecciones del pasado septiembre. – Pero sigamos con nuestra argumentación de la madurez política del pueblo alemán. En 2005, tras 15 años de reunificación, los alemanes demostraron el avance de su integración con un gesto que descarta cualquier señal de prejuicio o discriminación política eligiendo canciller a Angela Merkel, que proviene de la Alemania del este. No obstante, Merkel ya había conseguido un escaño en el Bundestag (Parlamento Alemán) en diciembre de 1990, fue ministra con Helmut Kohl en 1991 y 1994 y presidenta de su partido el CDU en el 2000.
Angela Merkel, conservadora, llegó al gobierno superando en un 1%, cuatro escaños más, al socialista Gerhard Schröder. Tras los resultados tan ajustados ningún partido logró la mayoría absoluta, y se podrían haber hecho pactos y coaliciones que hubiesen permitido el gobierno tanto por parte de Merkel como de Schröder. Pero socialistas y conservadores, dando muestras de una gran generosidad y responsabilidad, anteponiendo los intereses generales de la nación a los propios de sus partidos, accedieron a participar en un gobierno de gran coalición, de mayoría aplastante, repitiendo la Große Koalition de años anteriores.
Durante los dieciséis años como canciller del gobierno alemán, Merkel se ha forjado como una gran dirigente política alemana, europea y mundial; su prestigio es reconocido internacionalmente y su trabajo es muy valorado por los alemanes. Lógicamente, las condiciones para afrontar las elecciones ante una nueva legislatura, un quinto mandato, eran muy favorables tanto para ella como para su partido. Pero ante la decisión de Merkel de retirarse y abandonar la política, hecho lamentado por toda Europa, su partido, con Armin Laschet a la cabeza, pierde las elecciones por la mínima, el 1,6%, en favor del socialdemócrata Olaf Scholz. ¿Cómo ha podido ocurrir esto? Porque los alemanes centran su mirada prioritariamente en la gestión, valoran resultados, realizan una evaluación del trabajo hecho, y Laschet no es Merkel, aunque pertenezca al mismo partido. Al mismo tiempo, los alemanes han valorado muy positivamente el ofrecimiento de los socialistas para la gobernanza del país junto a Merkel, su esfuerzo y trabajo como segundones en el gobierno, y, sobre todo, la gestión realizada por su candidato Olaf Scholz.
Olaf Scholz participó en las negociaciones entre los partidos CDU/CSU y SPD para formar el gobierno de coalición, pues era uno de los miembros del SPD más partidario de esta iniciativa, culminando estas exitosamente. Posteriormente fue nombrado jefe whip del partido socialdemócrata y ha trabajado en estrecha colaboración con el jefe whip de la CDU, el partido de Merkel, para gestionar y cuidar la gran coalición en el parlamento. Fue ministro federal de Finanzas con la aceptación de todos los partidos. Programó una serie de medidas de rescate y estímulo invirtiendo 130 mil millones en ayudas para empresas y autónomos, manteniendo las fábricas abiertas y evitando despidos.
Estas y otras políticas pragmáticas y concretas dirigidas a la atención de las dificultades de los ciudadanos, centradas en evitar y solucionar problemas, creo que han sido objetivamente valoradas por los alemanes para otorgarle su confianza. La ciudadanía alemana es así de pragmática, racional, centrada y efectiva.
Ahora, tras la victoria socialista tan ajustada, volvemos a la situación de encrucijada anterior. El ala izquierdista del partido socialdemócrata no es partidaria de una nueva edición de la Große Koalition. Ya se están celebrando reuniones con Liberales y Verdes, aunque un gobierno tripartito no es de mucho atractivo para los alemanes.
No obstante, lo que hagan será producto de una gran reflexión y meticulosidad teniendo como horizonte el bien de Alemania en su conjunto.
Después de esta reflexión no habrá duda de que yo les tenga una gran admiración.
Chove, Granada a 5 de octubre de 2021