A vueltas con el independentismo: el alumno de Canet de Mar
A vueltas con el independentismo y la inmersión (imposición) lingüística catalana. Me extraña que la gente de izquierda moderada, que reacciona acertadamente con rechazo hacia manifestaciones o posturas extremas de izquierda y derecha, por su peligrosidad, no observe amenaza alguna en la estrategia y comportamiento del nacionalismo fundamentalista catalán, cuando este supone tanto o más peligro para la sociedad. Los mayores desastres bélicos, con sus consecuencias de sufrimiento extremo para la humanidad, han sido provocados por el nacionalismo fundamentalista.
Hoy día, todos somos conocedores del padecimiento y malestar de la sociedad catalana, sometida al enfrentamiento y acoso del nacionalismo del gobierno y establishment independentista catalán: conflictos y enfrentamiento entre vecinos, compañeros de trabajo, amigos e incluso familiares; en definitiva, una convivencia en continua tensión.
Ya me lo advirtió mi amigo Gerardo cuando este estaba de director en un colegio de Ripollet, por los años ochenta, y yo lo ponía en duda: Chove, no sabéis lo que se está cociendo aquí, pero algún día explotará, me decía. Y ahora lo estamos viendo. Aquellos jóvenes alumnos adoctrinados en el nacionalismo independentista tienen hoy en sus manos las riendas del poder y del futuro de Cataluña y, por consiguiente, de España.
¿Quién pone en duda que se hable catalán en Cataluña?, nadie, siempre se ha hablado voluntariamente a la par del castellano. Los dos son idiomas oficiales, de acuerdo con al artículo 3 de la Constitución y el Estatuto de Autonomía. Entonces, ¿dónde está el conflicto, cual es el problema? El problema está en utilizar la lengua no como medio de comunicación, sino como instrumento político y de adoctrinamiento para la independencia. Para la Administración Pública catalana el único idioma es el catalán que, además, se establece como la única lengua vehicular habitual de la enseñanza pública. Suprimiendo, incluso, la parte legalmente reservada al castellano, como se ha podido ver en el conflicto de Canet de Mar.
El debate y la gresca suscitados por el independentismo porque los tribunales han dado la razón a unos padres del colegio de Canet de Mar, que exigían el cumplimiento de la ley para que a su hijo le impartieran el 25% de las clases en castellano, ¡el 25%!, no responde a intereses lingüísticos, ni mucho menos, responde a la estrategia política del gobierno catalán para conseguir tres objetivos claros:
Primero, el gobierno catalán de ERC necesita justificarse ante el electorado independentista por haber abandonado la vía de la unilateralidad, la ruptura, el golpismo, para lograr la autodeterminación y la independencia de Cataluña respecto de España; cuestión de crítica constante y acoso por parte de JuntsxCat y la CUP. Por eso utiliza estas broncas de rebeldía y de defensa a ultranza del catalán como gestos alternativos y demostrativos de su vocación separatista.
Segundo, al abandonar la unilateralidad, ERC y el gobierno catalán han optado por priorizar la estrategia de utilizar la lengua catalana como motor independentista a largo plazo. Han asumido las ideas de Enric Prat de la Riba Sarrà, político y escritor de pensamiento catalanista, considerado uno de los padres teóricos del nacionalismo catalán, que decía que el idioma catalán era el vínculo histórico de su nación, y que no se debía tolerar que el castellano sustituyera la lengua propia. Una lengua particular y exclusiva es la prueba indiscutible de la existencia de una nación. De esta manera, nacionalismo y lengua única se dan la mano, por lo que la imposición del idioma propio y la expulsión del español se ha convertido en la prioridad. La estrategia política, por tanto, ya anunciada también por Heribert Barrera, pasa por desterrar el español.
Tercero, Los independentistas han aprendido que por el camino de la ruptura, revolución y declaración unilateral consiguen cárcel y sufrimiento, pero no avanzan en sus pretensiones separatistas. Han adoptado también el camino marcado por Joan Tardá; un camino a largo plazo, pero de menor sufrimiento y mayor efectividad: intensificar el adoctrinamiento de los jóvenes, hombres del mañana, para incrementar con el paso del tiempo la bolsa independentista hasta conseguir un porcentaje de votos que no puedan ser ignorados por España ni por la comunidad internacional.
Joan Tardà les decía a los estudiantes de la Universidad de Barcelona: “Tenemos el compromiso de parir la república, pero quien la ha de capitanear sois vosotros. Y si no lo hacéis, habréis cometido un delito y una traición a la tierra”. “España cae en el error de creer que el 50% de catalanes que no son independentistas nunca lo serán”.
La reacción desproporcionada del gobierno catalán y el independentismo en el caso del colegio de Canet de Mar responde a esta estrategia, de carácter nítidamente nazi: culpar y acosar socialmente a todo aquel, sea mayor o menor, que no comparta su ideología supremacista, racista y antiespañolista. Están desarrollando un amplio programa propagandístico Goebbelista ante los jóvenes y sociedad en general, satanizando a España y los españoles como culpables de sus males, y aplicándoles un severo castigo y sufrimiento para que sirva de ejemplo y educación. Se inculca en la mente de jóvenes y mayores que: el único enemigo es España, a la que se le aplican sus propios defectos y maldades; cualquier anécdota, por pequeña que sea (Canet de mar), la convierten en una amenaza grave; popularizan el conflicto (concentraciones, manifestaciones, etc); repiten la misma idea, mentira (España nos roba, somete), hasta convertirla en verdad; etc.
Una lengua es un instrumento de comunicación y relación, no un instrumento de estrategia política, de manipulación. Cuando los independentistas utilizan el catalán como arma para lograr sus objetivos desnaturalizan su función haciendo que pierda su utilidad, y puede que se vuelva a modo de bumerán contra sus propósitos. A nadie se le debe ni se le puede obligar, si no quiere, a hablar una lengua, como tampoco se le debe ni se le puede negar a hacerlo.
Como el gobierno de España y la sociedad en general no reaccione ante estos vientos, muy probablemente, en un futuro no muy lejano, habremos de afrontar las tempestades.
Chove, diciembre de 2021